Era un día cualquiera, uno de esos en los que todo parecía normal. A través de las redes sociales, una conversación comenzó con un simple “hola”. Esa palabra, aparentemente casual, dio paso a una charla espontánea que fluía de manera natural, como si ya nos conociéramos desde siempre. La conexión entre nosotros fue inmediata, pero luego vino un breve silencio de una semana. Sin embargo, ambos sabíamos que algo había quedado en el aire, algo que aún no se había dicho.

Un día, mientras Edu revisaba Instagram, vio una historia en la que Vic mostraba que estaba haciendo una mudanza. Al instante, pensó que no podía dejar pasar la oportunidad de conocerlo en persona. Así que decidió escribirle. Para sorpresa de ambos, la conversación se reavivó. Fue entonces cuando Vic confirmaba que regresaba a vivir a la Ciudad de México después de un tiempo fuera. La emoción fue instantánea. Era como si el destino hubiera intervenido. En ese momento, surgió una propuesta: “Ayúdame a desempacar”. Y fue ahí donde nos dimos cuenta de que había algo más entre nosotros, una conexión que no podíamos ignorar.

El vínculo creció rápidamente. No solo se trataba de una simple amistad, sino de algo mucho más profundo. Un 11 de junio a las 11:11, durante nuestro primer viaje juntos, y en un destino nuevo lleno de magia, nos hicimos una promesa: "Seré tu pareja". Aquel momento fue tan perfecto que pareció fue pensado por el destino para ese momento bajo las estrellas y frente al mar.

El tiempo pasó. No fue un amor apresurado; fue tiempo de crecimiento, de compartir momentos, risas, viajes, y también desafíos. Nuestra relación se volvió cada vez más sólida, hasta que un día, al regresar al mismo lugar que había sido testigo del comienzo de todo, el 28 de julio, el ambiente se prestaba para algo aún más grande. El sol se ponía sobre el mar, la brisa cálida nos envolvía y el momento era tan perfecto como el primero.

En ese lugar tan especial para nosotros, entre el susurro de las olas y los colores del cielo, se tomó la decisión de dar el siguiente paso. Con todo el amor y la certeza de querer estar juntos para siempre, se propuso matrimonio. Y en ese instante, el "sí" resonó como una promesa de que nuestra historia recién comenzaba, y que, a pesar de todo lo vivido, aún quedaba mucho por recorrer, siempre juntos.